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El nudo del verdugo

El nudo del verdugo o soga de ahorcado (también conocido como  collar durante la época Isabelina ) es un conocido nudo frecuentemente asociado con su uso en el ahorcamiento de una persona.

Para un ahorcamiento, el nudo de la cuerda se coloca generalmente debajo o detrás del oído izquierdo.

Cuando el condenado cae en el extremo de la cuerda, se cree que la fuerza de la cida rompe el cuello. El nudo no tiene trabas, pero tiende a resistir los intentos para aglojarla.

Los suicidas y los que han sufrido este tipo de ejecución, “por salto corto”, encuentran la muerte por estrangulación; la cuerda pone presión sobre la tráquea y las arterias que van al cerebro. Esto puede provocar la pérdida de consciencia en 10 segundos, pero si el nudo está incorrectamente colocado puede llevar más tiempo.

Posteriormente adoptaron el método del “salto largo”, en el que empleaban una cuerda más larga de modo que el ajusticiado alcanzase una velocidad de caída que le rompiese el cuello. No obstante, la distancia tenía que calcularse en función al peso de la víctima, ya que un exceso de fuerza podría arrancarle limpiamente la cabeza, un resultado muy comprometedor para el prestigio del verdugo.

Pero se decubrio, tras la autopsia de los cadaveres de los ajusticiados, que en solo la mitad de los casos la causa de la muerte fue el trauma total o parcial de la médula espinal. Solo una quinta parte de los cadáveres mostraba la clásica “fractura del verdugo” entre la segunda y la tercera vértebra cervical. Los otros murieron en parte por asfixia.

Pero en fin, el nudo del ahorcado, actualmente está en desuso o por lo menos no es muy popular en nuestro entorno.  Tampoco  es muy elegante, pero en cierto modo si que le dá un caracter especial a aquellos que lo utilizan, por lo general una sola vez. Lo usan aquellos que no están muy de acuerdo con la sociedad, o aquellos en los que la sociedad no está muy de acuerdo con ellos. No es muy interesante su aprendizage y su puesta en acción, pero ahí queda el legado.