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Historia del agua  

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Imperio Romano

Los romanos construyeron numerosos acueductos (latín aquaeductūs), quiza los mas numerosos de la antiguedad. Estos acueductos estaban entre los mayores logros de ingeniería del mundo antiguo, y establecieron un estándar no superado hasta más de mil años después de la caída de Roma.

El imperio romano construyó este amplio sistema de acueductos para proporcionar agua a las ciudades y los lugares industriales. Muchas ciudades aún mantienen y usan los antiguos acueductos hoy en día, aunque los canales abiertos han sido normalmente reemplazados por tuberías. En Lo más alto de Roma, 11 acueductos abastecían a la ciudad. Estos acueductos suministraban unos 140.000 m3 de agua al día. En la actualidad se encuentran porciones de ellos que todavía están en funcionamiento, y proporcionan agua a las fuentes de Roma. Los antiguos romanos también construyeron acueductos en otros lugares de su imperio, muchos de los cuales se mantienen todavía en buen estado: el acueducto sobre el canal de Francia; el de Segovia en España y el de Éfeso en Turquía.

Los romanos fueron discriminando sobre la calidad del agua y juzgando cada fuente por la transparencia y el sabor de sus aguas.

El primero que construyeron, Aqua Apia, era un acueducto subterráneo de 16 km de longitud. Fue erigido durante el mandato de Apio Claudio (llamado el Ciego), por lo cual se llamó posteriormente Vía Apia, hacia año 310 a.C. El primer acueducto romano que transportaba el agua sobre la superficie del suelo fue el Aqua Marcia, en Roma.

El Aqua Marcia, que extraía el agua del Río Anio, fue considerado como el acueducto con la mejor agua. Plinio el Viejo afirmó que su agua era también la más fresca. Es el primer acueducto de Roma. Este acueducto fue construido en 144 a. C. por el pretor Quinto Marcio Rex). Recogía las aguas desde la parte alta de la cuenca del río Aniene a 92 km de distancia. Más allá de las numerosas restauraciones menores, fue en gran parte reconstruido para permitir un incremento del caudal entre 11 y 4 a. C., bajo el reinado de César Augusto. Su transcurso era alternadamente subterráneo y sobre arcadas (un tramo de unos 9 km flanqueaba la vía Latina). Llegaba a Roma por el lugar ad spem veterem, como los acueductos precedentes, y cruzaba la vía Tiburtina sobre un arco que más tarde fue transformado en la Porta Tiburtina de la Muralla Aureliana, terminando cerca de la Porta Viminale. La distribución iba al Capitolio, y un ramal secundario (rivus Herculaneus) se dirigía a las colinas de Celio y el Aventino. Bajo el reinado de Caracalla (213 d. C.) fue realizada una ramificación de la Agua Antoniniana hacia las nuevas Termas, que atravesaba la vía Appia sobre un arco (Arco de Druso). Otro ramal secundario fue utilizado para alimentar lasTermas de Diocleciano.

La siguiente mejor agua provenia de una fuente situada a 23 km. al norte, y la llevaba el acueducto Aqua Virgo. Acueducto construido por Agripa e inaugurado en el 19 a. C., para abastecer las instalaciones termales del Campo Marzio. Las fuentes se situaban en la 8.ª milla de la vía Collatina. El nombre de ("Acqua Vergine") deriva, según una leyenda, de una joven que habría indicado a los soldados el lugar del manantial (sin embargo probablemente se refiere a la pureza del agua). El trazado acompañaba la vía Collatina, en parte sobre arcadas y culminaba en las habitaciones del Pincio. A partir de allí, las arcadas de la época Claudiana (parcialmente conservadas en la vía del Nazareno atravesaba el Campo Marzio, cruzando la actual vía del Corso (vía Lata) por el Arco de Claudio, una arcada del acueducto realizada para celebrar la conquista de Britania. El acueducto fue constantemente restaurado y todavía alimenta la Fontana di Trevi, la Fontana della Barcaccia, en la Plaza de España (dando nombre a la vía dei Condotti) y la Fuente de los Cuatro Ríos, en la Piazza Navona.

Otros acueductos, como el de Aqua Anio Novus y Aqua Anio Vetus (Tivoli), también se alimentaban del río Anio, pero se consideraba que el agua era un poco turbia.

Debido a que el agua es necesaria para la vida, tiene un significado espiritual en todas las culturas. En las religiones basadas en el desierto, por ejemplo, el agua es a menudo un símbolo de la vida o la purificación. Los arroyos, manantiales y balnearios tienen una larga tradición de significado religioso y han sido especialmente asociados con la fertilidad. Muchas de los círculos de piedra de finales de la Edad del Bronce de las islas británicas, por ejemplo, están asociadas con los pozos cercanos. Uno de estos pozos, cerca de Stonehenge tiene una profundidad notable, de 100 pies (30,5 m), dado la tecnología de la época. Perlas y otros objetos pequeños en las inmediaciones sugieren que se hacían ofrendas a los espíritus. Los arqueólogos creen que ofrendas similares se han realizado en el Sorgenti di Vicarello, manantial cerca de Roma desde la Edad de Piedra, hace unos diez mil años. ¿Quién sabía que tirar monedas en una fuente en su centro comercial local pertenece a una tradición de miles de años de antigüedad?

Los beneficios para la salud de las fuentes de agua formó una base menos supersticiosa en la apreciación de la civilización occidental alejándola de la creencia en dioses y diosas. Algunas fuentes veneradas por los paganos, como Lourdes, se convirtieron en lugares de peregrinación para los propósitos de salud y conservaba cierto sentido de la mística.

 

         
 

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